N. 47 LA CARLOTA, LA CAROLINA Y LA LUISIANA CIUDADES IMAGINADAS, CIUDADES REALIZADAS. Desde Al Rawda a la Estación Espacial Internacional.
http://picasaweb.google.com/jlgcastell (La Carolina)
En la segunda mitad del siglo XVIII el gobierno Ibérico emprende un proyecto de colonización de su propio territorio, entre el Valle del Guadalquivir y La Sierra Morena. Este plan se enmarca en el periodo de la ilustración y sus ideas de la razón y bajo las órdenes de Carlos III se diseñan tres nuevas ciudades que serían los centros de mayor importancia de esta región y estarían a la cabeza de otras poblaciones menores que se edificarían cada cuarto de legua.
El proyecto pretendía mejorar la seguridad de personas y bienes que venían principalmente de América desde Cádiz hasta Madrid pues la región estaba en manos de grupos al margen de la ley y en segundo plano constituir comunidades agrícolas que explotasen aquellos parajes semiáridos, los cuales fueron en parte ocupados y habitados por unos 6000 colonos que vinieron de Alemania y de otras regiones de Europa[1]. Los destinados a realizar esta empresa fueron destacados funcionarios de la corte, principalmente el peruano Pablo de Olavide este último fue jefe de Darqueu quien después pasó a planificar Riobamba en Ecuador.
http://laclasedegeo.bitacoras.com/archivos/2005/12/28/el-plano-ortogonal-de-la-carolina-jaen
Ya había antecedentes de planificación de esta región por parte de administraciones anteriores, que fueron concretados con la fundación de La Carlota, La Carolina y La Luisiana en 1767 y 1768 ubicadas respectivamente en Jaen, Cordoba y Sevilla. La geometría que utilizó Olavide en La Carlota fue la retícula, empleó eso sí la ubicación de otra plaza además de la de armas y dispuso el poblado perpendicular a la vía troncal. El modelo que se utilizó esta enmarcado al final del periodo barroco en España y dentro de la corriente Neoclásica. La geometría casi cuadrada de las manzanas no revela una intención geométrica purista sino más bien el establecimiento de una cierta jerarquía en la plaza central que es trazada con más delicadeza. La Carolina se caracteriza por su geometría muy regularizada casi al margen de la vía, mientras que La Luisiana se dispone más orgánicamente y la vía pasa por en medio del casco urbano. Para explicar mejor este proceso de fundación de nuevas ciudades traemos este texto tomado de internet de la página Almamater Hispalence.
http://www.proyectoarrayanes.org/urbanismo_y_arquitectura.php
La colonización de Sierra Morena[2]
La Luisiana
La Luisiana es una de las cuatro poblaciones creadas por Olavide en 1768 en la provincia de Sevilla. Su nombre procede de los nombres de los hijos de Carlos III, Luis y Ana. En la imagen, Casa de Postas e iglesia parroquial, ambas de la época de la fundación
Imposible conocer la figura de Olavide sin tratar, siquiera sucintamente, el proyecto de recolonización del sur de España, donde se plasman los ideales de nuestros hombres ilustrados, y del que fue responsable máximo (Superintendente).
Para toda la Europa culta de su época, Pablo de Olavide y Jáuregui era "el hombre que había poblado los desiertos de Sierra Morena", única obra que ha recordado la posteridad casi hasta nuestros días.
Las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía se van gestando desde el Reinado de Fernando VI (1746-1759) para llegar a materializarse con el equipo ilustrado de Carlos III (1759-1788). La propuesta que en mayo de 1766 había hecho a Carlos III el aventurero Gaspar Thurriegel, de contratar obreros alemanes y flamencos para revalorizar las tierras de América del Sur, se vio sustituida, merced a un extenso informe de Olavide, por la de traer los colonos a España, a fin de establecerlos en los despoblados parajes de Sierra Morena.
http://www.revistadelacarolina.com/news/historia-el-posito-de-la-carolina-y-feligresia-de-las-navas-de-tolosa-a-traves-de-su-documentacion-1774-1775-1776/
El delicado trabajo encomendado a Olavide tenía dos aspectos fundamentales: el acondicionamiento material de las nuevas comunidades y la organización de su vida socio-económica. Todos los colonos habían de ser católicos y contarían con sacerdotes católicos para su instrucción y custodia espiritual. Cada núcleo de población (distantes entre sí un cuarto de legua) estaría integrado por cierto número de familias, todas ellas propietarias y trabajadoras de la parcela que les cayese en suerte. Serían al mismo tiempo agricultores y ganaderos, con independencia de la Mesta. Tendrían molinos y hornos comunes, cuyas rentas servirían para el desarrollo de cada municipio, el cual estaría obligado a edificar una escuela y dar instrucción elemental gratuita los hijos de los colonos; pero existía también la prohibición expresa de fundar centros medios y superiores de enseñanza, a fin de consolidar la colonización agrícola, evitando las tentaciones de absentismo de los jóvenes, por dedicación a profesiones liberales o a vida monacal. Según este criterio, quedaba prohibido también el establecimiento de comunidades religiosas, que pudiesen algún día robar brazos a la agricultura. No se autorizaban tampoco los matrimonios con nativos de poblaciones cercanas, a fin de aumentar la demografía de las colonias.
"LXXIV. Todos los niños han de ir a las Escuelas de primeras Letras, debiendo haber una en cada Concejo para los Lugares de él, situandose cerca de la Iglesia, para que puedan aprender también la Doctrina y la Lengua Española a un tiempo.
LXXV. No habrá Estudios de Gramática en todas estas nuevas Poblaciones y mucho menos de otras Facultades mayores, en observancia de lo dispuesto en la Ley del Reyno, que con razon les prohibe en lugares de esta naturaleza, cuyos moradores deben estar destinados a la labranza, cria de ganados, y a las artes mecánicas, como nervio de la fuerza de un Estado".
http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=122011&page=24
Fuero de Nuevas Poblaciones, 1767
Para poder llevar a cabo esta empresa, Olavide recibió extensos poderes: reclutaría personalmente a sus colaboradores y sería independiente de todas las autoridades administrativas o judiciales, no dependiendo más que del Consejo de Castilla, y del Ministro de Hacienda para las cuestiones económicas. Campomanes puso a su disposición el ganado, los granos, muebles y utensilios agrícolas procedentes de los extinguidos colegios andaluces de los jesuitas, además de cuantiosas sumas extraidas de sus rentas.
La colonización va a llevarse a la práctica en 3-4 zonas bien diferenciadas de la geografía andaluza durante los años de 1767 y 1768:
Las llamadas Nuevas Poblaciones de Sierra Morena en Jaén, con 22 núcleos, y con capital en La Carolina. Era el llamado "Desierto de Sierra Morena", con 50 kms. sin un alma entre el Viso del Marqués y Bailén.
Las de Andalucía, en torno a La Carlota (Córdoba), en el desierto de La Parrilla, y La Luisiana (Sevilla) en el desierto de la Monclova, como núcleos más importantes.
http://nuevomundo.revues.org/59222 (La Carlota1793)
Las agregadas a las Nuevas Poblaciones de Andalucía en la provincia de Cádiz y cuyos terrenos habían pertenecido a los Propios y Arbitrios de la Ciudad de Sevilla, Armajal y Prado del Rey.
De esa colonización nacerían las poblaciones de La Concepción de Almuradiel, Almuradiel, Arquillos, Aldeaquemada, Montizón, Las Correderas, Santa Elena, La Carolina, Guarromán, La Real Carlota, San Sebastián de los Ballesteros, Fuentepalmera, La Luisiana y aldeas menores. La capitalidad se estableció en La Carolina, sede del Intendente, y una subdelegación en La Carlota.
Los objetivos para los que fueron creadas estas Nuevas Poblaciones, siguiendo los que expone Perdices de Blas y a grandes rasgos, fueron los siguientes:
Formación de una sociedad modelo, que sirviese de ejemplo tanto a los pueblos del entorno como al resto del país, ya sea a los campesinos o a la sociedad estamental.
Mantener la seguridad y el orden público en el Camino de Madrid a Andalucía.
Poblar zonas desiertas con un esquema previo:
la admisión única de población útil
el desarrollo de todos los ramos de la agricultura
el establecimiento de la industria
la dispersión de la población por el campo.
"Cuidará mucho el Superintendente, entre las demás calidades, de que las nuevas poblaciones estén sobre los caminos Reales o inmediatas a ellos, así por la mayor facilidad que tendrán que despachar sus frutos, como por la utilidad de que estén acompañadas, y sirvan de abrigo contra los malhechores o salteadores públicos."
artículo 32 del Fuero de Nuevas Poblaciones
Alegoría triunfal de Carlos III entregando tierras a labradores de Sierra Morena
La Colonización comienza a materializarse en septiembre de 1767 con la llegada de los primeros colonos. La crisis que vivía toda Europa favoreció la recluta de inmigrantes que no sólo fueron alemanes y flamencos sino también franceses, suizos e italianos. Estos colonos habían sido embarcados en Cette, puerto del Golfo de León, en Francia, y trasladados a puertos españoles, a saber, Almería, Málaga y Sanlúcar de Barrameda, mientras que otros contingentes de futuros colonos eran llevados por tierra hasta Almagro (Ciudad Real). Estas cuatro ciudades van a ser las llamadas cajas de recepción, donde los colonos debían esperar a que se les asignase su destino (Sierra Morena o Andalucía).
Según el Fuero de las Nuevas Poblaciones (5-VII-1767), acada vecino poblador se le entregarían 50 fanegas de tierra de labor, además de algún terreno para plantar árboles y viñas. En cuanto al ganado, se les facilitaría a cada familia dos vacas, cinco ovejas, cinco cabras, cinco gallinas, un gallo y una puerca de parir. A cambio, durante diez años tendrían la obligación de mantener su casa poblada, y permanecer en los lugares, sin salir ellos ni sus hijos o domésticos extranjeros a otros domicilios; en caso contrario, podrían ser condenados al servicio militar. Después de este tiempo, la obligación de residencia permanece pero su incumplimiento sólo conlleva la pérdida de las tierras.
Los primeros tiempos de la historia de las colonias —que el optimismo oficial esperaba ver realizadas en el espacio de dos años— constituyen una constante improvisación, una lucha encarnizada con las dificultades nacidas, la mayor parte de las veces, de un exceso de precipitación, cuya responsabilidad inicial no recaía sobre el superintendente. La naturaleza rebelde, las inclemencias de la estación invernal, la dureza propia de toda obra que nace, exasperaban a los colonos, gran parte de los cuales desconocía las técnicas más rudimentarias de la agricultura. Hubo deserciones, enfermedades y muertes en gran escala. En sustitución de los extranjeros, fueron llegando agricultores de Levante y Cataluña, más acostumbrados al clima de nuestro suelo.
Pese a todo, vence la constancia. Se edifican otros lugares y las colonias crecen. A los primitivos terrenos, emplazados en la provincia de Jaén, entre Despeñaperros y Bailén, se unen ahora nuevas colonizaciones a orillas del Guadalquivir, entre Córdoba y Ecija. Olavide aprovecha esta magnífica oportunidad para poner en práctica su plan de reforma agraria, con excesivo idealismo que truncaría sus ilusiones.
Las mayores dificultades, sin embargo, procedían de las mezquindades humanas incapaces de cooperar en una empresa de entrega y generosidad. Al bien común se ha opuesto siempre el bien particular. Fueron, inicialmente, los habitantes de lugares vecinos, envidiosos del reparto gratuito de las tierras a unos extraños; vinieron después los ricos ganaderos, que veían limitados los antiguos baldíos donde pastaban sus reses; municipios, como el de Ecija, que se apresuró a interponer un recurso ante el Consejo de Castilla, por creer lesionados sus derechos. Por otra parte, las quejas y lamentaciones de los propios colonos se extendieron más allá de nuestras fronteras; los capuchinos alemanes, que servían de directores espirituales en las colonias, emprendieron una campaña de difamación y desprestigio contra el Intendente y sus colaboradores. El Gobierno nombré un visitador que humilló a Olavide, suspendido temporalmente en sus funciones.
En 1769, pasada la tormenta, se reincorpora con más empeño, si cabe, a la dirección de las colonias y planifica su futuro mediante trabajos de irrigación, mejoramiento de cultivos y establecimiento de fábricas. El éxito acompaña ya a la empresa, y a fines de 1775 el número de colonos sobrepasa los 13.000 individuos.
http://sevilla.turismoenpueblos.es/luisiana-la-casa-de-postas-y-los-banos-romanos/292/
La experiencia obtenida durante siglos por los españoles primero con la fundación de castillos para enfrentar la avanzada del mundo islámico y luego la costosa experiencia americana de fundación constante de todo tipo de nuevas poblaciones coloniales ultramarinas le permitió a la corona desarrollar planes muy sistemáticos y precisos para alcanzar sus objetivos con eficacia más aún en su propio territorio y a través de la visión iluminista de Pablo de Olavide y otros ilustrados, estrategia que más adelante se trataría de implantar en las colonias especialmente en las más vulnerables y baldías.
Al parecer estas poblaciones más que por ser planificadas con una u otra geometría o diseño geométrico que aluda a una u otra disposición de las personas en relación con los objetos arquitectónicos y urbanísticos se destacan en realidad por la estrategia planificadora de una ruta de ciudades que comunica las fortificaciones de Cádiz a través de una región semidesértica y despoblada con la capital imperial en Madrid, tal vez como un antecedente de la ciudad Lineal de Solá.
http://www.fotos.org/galeria/showphoto.php/photo/7882 (Carlos III por Goya)
También se pensó en fundar nuevos poblados por la estrategia social que pretendía repoblar el país luego de una disminución de la población y de la agricultura causada por las guerras europeas que consumieron a las generaciones y el dinero proveniente de América que desalentó la producción local de alimentos. Con esta estrategia social y de infraestructura se buscaba fortalecer la región al reintroducir la agricultura y las artes y oficios propios de la industria.
Con la generación de este macroproyecto de población y edificación urbana se consolida una estrategia permanente de control del territorio y un experimento social que prosperó, pero que debió enfrentar también muchas contradicciones y adversidades, hoy en día las personas siguen habitando estas poblaciones que han crecido y se han transformado en enclaves rurales al margen de la autopista a la capital, poblaciones con vida propia, con personas que tienen una experiencia –contemporánea-.